
Guardaste compasión en el frescor más hondo de una vasija rota. Querías protegerla del viento de las áridas mesetas mientras caminabas a tientas cegada de deseo hasta llegar a Amithaba en la rueda del Samsara. Su nectar nunca se secó. Fue como un manantial profundo y silencioso deseando brotar en el momento preciso.Sólo había que esperar.Dejar sedimentar el alma en tan ínfimo espacio. En el silencio.
Xana. S.Seixas
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