
Se ha apagado la llama en la lucerna, no hay diosa en el altar, ni aliento para avivar su fuego. ya no nos queda nada de aquella adoración, solo un templo caído donde el tiempo reposa con su verde lama. Sólo un ángel de sombra vagando entre las ruinas. En la noche más honda, la noche sin término.
No hay comentarios:
Publicar un comentario